hOla, si la piedra ya no te duele, entonces no te quejes del callo.
Recién llegado de México, trabajaba con un grupo de personas a las que para resaltar la conciencia, o mejor dicho la falta de conciencia, de cómo estamos y cómo avanzamos, les invité a meterse una piedra en el zapato y andar. El resultado es que la mayoría, cojearan o no por las molestias de la piedra, acababan aceptando que era así, vivían con el dolor o con la molestia que nos les impedía andar y se acostumbraban a ello.
En la vida, cuando algo nos molesta y no hacemos nada al respecto, nos acostumbramos a esa «molestia», situación, persona o cosa que nos impide dar lo mejor de nosotros mismos. Incluso a veces, expresamos que nos gustaría cambiar, hacer algo diferente, y sin embargo no nos atrevemos a salir de nuestra zona de confort, o en este caso «desconfort».
Es curioso como somos los seres humanos que somos, donde por un lado casi todo el mundo expresa que quiere más, y por otro lado la mayoría no se toma la molestia de reducir o eliminar lo que les molesta. Eliminar esa piedra en su zapato, que aunque no le impide avanzar, tampoco le permite andar cómodo, fluyendo, o correr.
A veces, no se trata de cambiar de casa, de trabajo o de pareja, sino que se trata de cambiar uno mismo. Y no hablo de cambiar para complacer a otros, que es una de las escusas que nos ponemos «¿Por qué he de cambiar yo y no él o ella? ¿Por qué he de irme yo de aquí y no ella o él, por qué he de cambiar yo de puesto, y no la otra persona? Con ello, solo logramos echar balones fuera. Parece más cómodo desear que otros cambien, o incluso cambiarnos de lugar para evitar, que tomar conciencia de aquellas cosas, hábitos o personas a las que nos hemos acostumbrado y que aunque sentimos que nos resta energía, nos resta también efectividad, nos quita tiempo, etc. Y no hacemos nada al respecto. Esas son las piedras a las que me refiero, esa es la falta de conciencia que nos impide sacar de nosotros lo mejor. Es como el avestruz que mete la cabeza bajo tierra para no saber del mundo. Es como el coche que tenemos con una avería, pero aún anda, como esperando que nos deje apeado en la carretera para forzarnos a repararlo. Es como el desamor que se sufre con alguien, esperando a que cambie o surja otro que lo reemplace. ¿Por qué no paramos, tomamos conciencia de esa piedra en el zapato y nos paramos a quitarla?
Entramos en Navidad, la ante sala del nuevo año, y me gustaría enviar un mensaje de concienciación. Me gustaría invitar a todo el esta editorial a que parara un momento y reflexionara ¿Cuál es la piedra que llevas en el zapato y a la que ya te has acostumbrado? ¿Qué vas hacer, primero para detectarla, si ya casi no la notas, y luego que harás para eliminarla y comenzar a fluir?
Comparte algunas de tus «piedras», e indica cómo la quitaste de zapato o que harás para quitarla.
Saludos
Jose L. Menéndez
Presidente de OlaCoach