Ramon y Cajal, considerado uno de los aportadores más determinantes a lo que hoy se está descubriendo en Neurociencia, gracias a su descubrimiento de las neuronas como las conocemos hoy, decía que la neurona es la unidad estructural y funcional del sistema nervioso. Recibe los estímulos provenientes del medio ambiente, los convierte en impulsos nerviosos y los transmite a otra neurona, a una célula muscular o glandular donde producirán una respuesta.
Ahora, habiendo sido reafirmados por la neurociencia moderna que las neuronas reaccionan tanto a estímulos externos como internos, se pueden dar muchas maneras de afectar a nuestro cerebro.
El otoño es una época donde comienza el ciclo de natural de renovación de la tierra. Los arboles dejan caer sus hojas, la tierra comienza a “descansar” reduciendo sus frutos. Llegando el invierno, donde la naturaleza descansa y repone fuerzas. Para dar entrada a la floreciente primavera y mostrar el máximo esplendor y energías en el verano.
Se habla mucho de volver a vivir con los ciclos naturales de la naturaleza, ya que hay fuerzas y energías que no podemos controlar, como la influencia de la luna, o las energías que se desprende de las tormentas. Todas ellas, influyente en nuestro cerebro, y especialmente estas últimas, donde topa con algunas personas más sensibles a la energía de las tormentas que les causa hasta dolores de cabeza.
De ahí que no solamente el otoño, sino las estaciones de la naturaleza deberían ser tenidos en cuenta a la hora de elegir comportamientos, de planear actividades, y por lo tanto de entender nuestro cerebro para un mejor aprovechamiento de este.
Si, como ya sabemos, unos imanes puestos estratégicamente en nuestro cerebro pueden alterar las corrientes eléctricas entre las neuronas, y por lo tanto nuestro comportamiento, entonces por qué no la luna, con su magnetismo que equilibra la fuerza de la gravedad, o la descarga electrostática que descarga un rayo, y que en su trayectoria pueden llegar a transportar unas corrientes eléctricas de 30.000 amperios (en el hogar, la intensidad eléctrica están en torno a los amperios con voltajes de 220V) pudiendo llegar incluso a los 200 millones. Imagínate, siendo nuestro cerebro un órgano de pura energía, con una continua fuente de electricidad, lo que para algunas personas la madre naturaleza puede causar al ser influenciadas por los elementos externos.
Y si conocemos esto, ¿Qué podemos hacer al respecto? Lo primero, observarse para ver en qué grado la madre naturaleza nos afecta, pues no afecta a todo el mundo por igual. Y luego, adaptar nuestro comportamiento a la sabia naturaleza, permitiendo que ciertas tareas cotidianas descanse o se desarrollen más lentamente, o comenzar a desacelerar ciertos proyectos, utilizando los tiempos para planear, crear mejoras, revisar, etc. o incluso acumular energía para “invernar” y estar listo para la primavera. Cada uno debe ver como tomar estas lecciones de la madre naturaleza, que cada día vamos aprendiendo, gracias a la neurociencia, de la influencia que tiene las energías externas en nuestras neuronas, y por lo tanto en nuestros comportamientos.
Hoy no te haré preguntas, sino más bien una invitación a:
– Observa cómo piensas diferente en esta época del año, versus en primavera (la estación opuesta)
– Observa cómo te sientes de energías a diferencia de la primavera o el verano. Y que te pide tu cuerpo y tu mente de hacer ahora. Recuerda, esta es una etapa del año de previsión, de aprisionamiento, de preparación al cambio a proyectos nuevos.
Un saludo cordial
Jose L. Menéndez
Presidente de OlaCoach