Érase una vez… un sabio en la india conocido mundialmente, y un americano de New York que tenía que conocer a ese hombre, hablar con él, compartir una buena comida, pasear por el campo escuchando su sabiduría, sus respuestas a las mil y una preguntas que le quería hacer. Así pues se puso en marcha y así comenzó su viaje.
No sabía cuanto tiempo iba a estar allí, pues si le gustaba mucho igual se quedaba por unas semanas, o meses, o quien sabe si incluso años. Así que preparó sus maletas, y puso todo lo que pudo, hasta donde la aerolínea le permitía llevar tanto en bultos como en peso. Tomó rumbo a la India, y cargado con mil cosas que le harían falta, tanto en utensilios como en ropa, allí se presentó.
Después de varios días preguntando a la gente adinerada, pues asumía que si era conocido y respetado por el mundo, allí todo el mundo sabría donde localizarle, se comenzó a frustrar que nadie sabía donde vivía. Pasó tres semanas y casi a punto de decidir regresarse, alguien le escuchó preguntar por el sabio, alguien muy humilde, escuchó al americano y le dijo donde podría encontrarle.
En la montaña. Le indicó esta persona humilde. Deberás tomar una barca y atravesar un gran lago. Después sigue subiendo la montaña por un par de kilómetros y pasado un pequeño bosque, verás unas cuevas. En una de ellas le encontrarás. Gracias, respondió el americano, pensando que gran oportunidad, pues le encontrará en pleno proceso de meditación, cuando más iluminados están los sabios.
Llegó hasta el lugar, no sin antes sufrir con todas sus mochilas y bolsas que cargaba. Quien sabe cuándo le haría falta de todo ello, y más en sitios tan remotos donde no hay de nada.
Ahí lo vio, sentado, meditando, bajo un pequeño cerezo cobijándose del sol y con una piel tan suave que parecía tener 30 años, en lugar de los 80 y pico que se estimaba tenía.
Hola buen hombre, he venido desde muy lejos para encontrarle. Tenía muchas ganas de conocerle.
Pues bien, ya me has conocido. ¿Quieres tomar un té? Si claro, respondió el americano.
Ambos se adentraron en la cueva del sabio, y él algo extrañado, pues ese lugar transmitía sensaciones de ser algo más que una cueva, le preguntó:
¿Usted donde vive? Aquí. Respondió el sabio.
Pero, ¿cómo que aquí?. Con todo lo que viaja, y es conocido. Me dice que no tiene nada más que lo que aquí veo, una manta y poco más.
Así es, es que estoy de paso. Ah, entiendo. Y dónde es donde realmente vive, volvió a preguntar el americano.
Aquí. Respondió el sabio. No necesito más que un lugar donde cobijarme del tiempo y poder descansar.
Y tú, buen hombre, llegado desde tan lejos. ¿Qué llevas contigo en estos momentos?
Bueno, tengo mi mochila, y este par de bolsas ya que estoy de paso, pues vine para conocerle.
Yo también. Respondió el sabio. Yo también estoy de paso en esta vida.
Te dejo con unas preguntas de Coaching Integral Transpersonal:
- ¿A qué te estás apegando, física o emocional, que no te permite viajar (viajar simbólicamente, como manera de crecer, de conocer nuevas personas, nuevos lugares, nuevas emociones? O acaso viajas con tanta carga, que no te permite fluir?
- ¿Qué te estás perdiendo por aferrarte a emociones, cosas o personas, que te impiden avanzar?
- Todos, de alguna manera, nos apegamos a cosas, momentos, personas, incluso emociones, etc… y es más fácil verlo en otros, que en nosotros mismos. ¿A quién ves cerca de ti que le ocurre esto? Ayúdale! Compártele esta newsletter.
Un saludo cordial,
Jose L. Menéndez
Presidente de OlaCoach