Cuando un coach ofrece demasiado apoyo, recordatorios constantes, mucha estructura, o se acerca emocionalmente a sus clientes, corre el gran peligro de crear codependencia.
Sabrás que has cruzado la línea cuando la meta o problema del cliente se ha convertido en algo tuyo, o el cliente te hace preguntas, o se calla esperando que le digas algo, o termina un proceso diciendo cosas como: “No puedo seguir sin el coaching”, “necesito otras 9 sesiones”…
Continuamente reta (y apoya) a tu cliente para que cree sus propias estructuras de apoyo, redes, comunidad, asociados, etc. Para que el coaching se mantenga limpio, independiente y estimulante.
Y cuídate de los clientes que les gusta ser dependientes, pues ellos mismo buscarán lo que tú, coach, debes saber evitar.