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Es interesante como la vida te ofrece las experiencias necesarias para que las vivas plenamente, incluidas las de dolor, que no sufrimiento.

Recientemente mi mujer y yo estábamos impartiendo un curso en Colombia cuando ella recibe la triste noticia de la muerte de su papá. Casi todo el mundo puede imaginarse el dolor que esto produce (aunque vivirlo es siempre diferente a imaginárselo).

El día anterior a la noticia, compartíamos con los participantes del curso, la diferencia que había entre un dolor y el sufrimiento. El duelo, es el dolor que uno siente con la pérdida de un ser querido, pero también con la pérdida de trabajo, el cambio de algo importante que nos saca de la zona de confort, etc. Esto es un dolor que se siente, y que hay que respetar. Y respetar significar, reconocerlo, honrarlo, permitir o permitirte el espacio para el llanto, la tristeza, la soledad, o lo que uno necesite. Sin embargo el sufrimiento lo crea la mente, no el cuerpo, ni el alma. El sufrimiento es el resultado de lo que uno hace, al sentir el dolor, rehusando, no aceptando la situación.

Cuando una persona recibe una noticia impactante negativa, esto puede causar un dolor importante. En ese momento hay que reconocer el dolor y honrarlo. Quizás te pille trabajando, y uno luche internamente y quiera terminar una tarea, una jornada, un partido.

Pero luego hay que conceder el espacio vital que un dolor exige para su curación, del alma o de la mente, al igual que uno se toma un tiempo pare recuperar una lesión muscular o accidente físico. Ahora bien, una vez recibido el impacto, nuestra mente puede comenzar a divagar en muchas direcciones. Puede reconocer que la vida te lo ha traído, que tú te lo has buscado, que o un sin fin de conjeturas. Pero la realidad es que ha ocurrido, y normalmente no hay nada que uno ya puede hacer (si lo hay algo, entonces ponte con ello de inmediato).

Así pues, uno debe aceptar el dolor, sin caer en la trampa que la mente nos pone con frases como: ¿Por qué me ha pasado a mí? ¿Por qué ahora? ¿Qué he hecho yo para merecer esto? ¿Qué va a ser de mí a partir de ahora? Etc. Estas frases, lo único que añade es sufrimiento, ya que si no hay nada que uno pueda hacer, ahora toca aceptar la nueva realidad, ese cambio de trabajo, esa perdida querida, honrar ese momento, darte el espacio y tiempo que necesites, y mirar hacia delante.

Cuando estamos con nuestros clientes, muchas veces les oiremos “sufriendo”. Esto lo notaremos escuchando activamente, nivel 2B. Y dependiendo si estamos escuchando el dolor o el sufrimiento, así actuaremos como coaches. Si es dolor, siendo un amigo en ese momento, acompañando pues es lo que una persona con dolor necesita, y no hacerle preguntas tipo ¿Qué vas hacer con ello?. Pero si es sufrimiento, entonces ese tipo de pregunta si puede ser apropiadas, y hasta recomendables. Ahí necesitamos que alguien nos abra los ojos, nos pegue un meneo mental y nos haga despertar, pues el sufrimiento lo ponemos nosotros con nuestra mente, y el dolor lo vivimos con nuestro cuerpo y alma.

Te dejo con unas preguntas de Coaching Integral Transpersonal:

  • ¿Cuándo tuviste un momento o circunstancias en tu vida con duelo o dolor y qué hiciste para respetarlo, sin añadir sufrimiento?
  • ¿Qué te aporta esta editorial que puedas considerar de hacer si esto te volviera a pasar, para vivir el dolor/duelo, sin sufrimiento?
  • Seguramente conozcas a alguien que esté sufriendo innecesariamente por no saber distinguir el dolor, duelo legítimo, del sufrimiento que uno se impone. Ayúdale! Compártele esta newsletter.

Un saludo cordial,

Jose L. Menéndez
Presidente de OlaCoach.

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